domingo, 15 de marzo de 2020

Ecos del silencio

Haciendo una recapitulación de todo, debo admitir que lo último que esperaba que pasara era que me enamoraría, tal vez debí tomar como señales todo aquello que sucedía, y que inevitablemente se iba a convertir en amor, la duda está sembrada, no sé si fue ingenuidad o simplemente no querer ver, lo que a plena vista estaba, aquello que en el canto de los rayos de luz de luna se anunciaba. 
Tú en una galaxia y yo en otra y sin embargo tan cerca, pensando que aquello sólo era algo de un instante, algo que no tenía por qué colapsar, con un atisbo de inocencia que se transformó en un sentimiento de melancolía, que al final terminó pronunciado en voz alta tu nombre, tu nombre como un trino de pajaritos anunciando la primavera y el fin del invierno, pronunciar tu nombre era como una fiesta de sabores en los labios que se reflejaba en una curva inestable y en el reflejo de unos ojos anhelantes, anhelantes de más palabras, anhelantes de más de ti. 
En algún momento te volviste oxígeno, y yo, en guerra constante te convertí en mi refugio, aún sabiendo que me estaba refugiando en un campo minado de territorio enemigo, pero en el cosmos, las estrellas decían que era seguro.
Yo sabía en lo que me estaba metiendo, en una fantasía que sólo tenía como posible final, exactamente eso, el fin, y no de manera feliz, en algún momento me iría, en algún momento te irías. Por ella, por él, por nosotros, o más bien porque nunca hubo un nosotros. 
Quisiera poder justificar mi comportamiento, sin embargo no puedo hacerlo, y tampoco puedo culparme ya que entre lineas y sin buscarlo me enamoré, y realmente cada parte de mi cuerpo deseaba no hacerlo. Deseaba no pensar en tu cabello, en tus ojos, en tus pecas, en tu sonrisa, en el tono de tu voz, pero sobre todo deseaba no sentirme conectada a otro nivel, espiritual, del alma, del amor.
 Deseaba no querer tus debates, tus conocimientos, tus recomendaciones, tus canciones, incluso tus preocupaciones. Deseaba y no que cumplieras la sentencia, tantas veces me dijiste que debías alejarte hasta que lo hiciste, en realidad esperaba que no fuera tan pronto. Sentía que tal vez y sólo tal vez te dolería irte y querrías quedarte un poco más. Me hubiera encantado no ser un sentimiento de culpa o de arrepentimiento, me hubiera encantado representar otra figura en tu memoria. Pero tal vez es mejor por ella, por él que seamos eso, un arrepentimiento, un nunca debió ser. Y muy seguramente me estoy dando más crédito del necesario, tal vez ni siquiera soy eso, pero una parte de mi quiere pensar que tal vez y sólo tal vez, no fui sólo un momento. Pensar que tal vez y sólo tal vez, si fue algo único, extraordinario, fuera de lugar, no pensado, pero real. 
Tal vez es por eso que duele.
Me di cuenta que estaba enamorada, me di cuenta de que estaba enamorada... cuando me rompiste el corazón. No sabía que tan adentro estabas, hasta que no pude sacarte de golpe, hasta que me di cuenta que en general, te pienso, te leo, y trato de entender.
No te culpo, no me culpo.
Sin embargo en ecos, en silencio, dentro de mí...